Sexismo
Psicóloga Psicoanalista. Docente universitaria. Asistente social (UNBA). Doctora Honoris Causa en Psicología (Universidad Nacional de Rosario).
Sexismo. Es una palabra que no obstante sus diversas definiciones se unifican en un mismo sentido: discriminación por razones de sexo.
Según Expósito, F.; Moya, M. y Glick, P. (1996-1998), es una actitud que se dirige hacia las personas dada su pertenencia a los grupos basados en el sexo biológico. Cualquier evaluación (en las dimensiones cognitiva, afectiva y conductual) que se haga de una persona atendiendo a la categoría sexual biológica a la que pertenece puede ser etiquetada como “sexista”. Giberti, E. (2008) escribe: “Sexismo se define como el conjunto de actitudes y comportamientos que instala la discriminación entre las personas basándose en su sexo. Se organiza en forma de prejuicio y creencia y se pone de manifiesto mediante el lenguaje, símbolos y costumbres históricamente arraigadas.
La Real Academia Española (RAE) enuncia su sentido diciendo: discriminación de las personas por razón de sexo.
La idea de sexismo fue propiciada desde el feminismo internacional en la década del ’60. Se refiere a la ecuación simbólica y política que pretende ordenar el mundo de acuerdo con la superioridad del varón en relación con la mujer. Es complementario del androcentrismo que generaliza “lo humano” como masculino, expulsando a las mujeres del mundo real y del universo simbólico.
La antropología de las mujeres lo describe como una “economía política del sexo” y lo inscribe en la categoría de sistema de sexo-género; Gayle Rubin (1976) creó la expresión sistema de sexo-género y lo definió como el conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades humanas transformadas. Para la filósofa Celia Amorós, la ideología sexista se manifiesta en las formas que emplea el discurso filosófico para escamotear la humanidad plena de las mujeres, convirtiéndolo en un discurso limitado (Amorós, 1982).
Corresponde considerar los efectos del sexismo en la producción de discriminaciones que alcanzan a los hombres intentando disminuirlos por alguna característica sexual mediante comparaciones anatómicas de sus genitales (dimorfismo, tamaño de sus genitales).
Mediante la exacerbación de las desigualdades se potencian las asimetrías existentes entre los géneros, particularmente entre hombre y mujer con preponderancia de los derechos, valores y estrategias de poder por parte de los varones.
En el idioma español los discursos adoptan el uso del masculino genéricamente sin distinción entre varones y mujeres, ya sea en sustantivos, adjetivos o expresiones del habla cotidiana lo que constituye sexismo; se considera que existe un lenguaje sexista en las expresiones cotidianas y en las académicas, es decir, el sexismo asociado con la aplicación del lenguaje. Se lo reconoce, particularmente, en el uso de profesiones, cargos u oficios, por ejemplo juez en lugar de jueza, presidente por presidenta, y en el genérico niños que se pretende abarque a las niñas. O bien cuando se menciona a “los trabajadores” o a “los directivos”, dando por supuesto que quien produce la frase se refiere a hombres y a mujeres.
La preocupación por el sexismo en el lenguaje ha sensibilizado a organismos internacionales y a los catedráticos españoles que redactaron una serie de Guías para oponerse a la que denominan “invisibilidad de la mujer”: Resolución 14.1 de Conferencia General de la UNESCO (1987); Resolución 109 de Conferencia General de la UNESCO (1989); Recomendación aprobada por el Comité de Ministros del Consejo de Europa (21 febrero de 1990); Orden de 22/3/1995 del Ministerio de Educación y Ciencia; Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres; Ley 9/2003, de 2 de abril, de la Generalitat Valenciana para la igualdad entre mujeres y hombres; Ley del 4/4/2007, para la igualdad entre mujeres y hombres, y de protección contra la violencia de género en la Región de Murcia; Ley 12/2007 para la promoción de la igualdad de género de la Junta de Andalucía; Informe sobre el lenguaje no sexista del Parlamento Europeo (febrero de 2008). A esta Guía se suma la solicitud de algunas revistas científicas internacionales que solicitan a sus investigadores que no usen solamente el nombre de pila en las citas bibliográficas, ya que se ha evidenciado cierta tendencia a considerar, por defecto, que la obra citada es de un autor varón en lugar de una mujer.
Álvaro García Meseguer (1994) se refirió a la marcación inconsciente de nuestro lenguaje cuando se aplica de manera sexista; de este modo introdujo una variable de singular importancia al referirse a la dimensión inconsciente del sujeto cuando evalúa el lenguaje como orientador de un pensamiento androcéntrico. Este autor (García Meseguer, Álvaro –2002–) considera que el idioma español no es tan sexista como el inglés y que el sexismo depende del hablante y no del idioma, distinguiendo las conductas sexistas del sexismo en el lenguaje.
Otros estudiosos como Glick, P. y Fiske, S. T. (1996), incorporaron la idea de sexismo ambivalente que caracterizan como el sexismo hostil y el sexismo benévolo. El primero coincide básicamente con el sexismo tradicional; el segundo “es definido como un conjunto de actitudes interrelacionadas hacia las mujeres que son sexistas en cuanto las considera de forma estereotipada y limitadas a ciertos roles, pero que tiene un tono afectivo positivo (para el perceptor) y tiende a suscitar en éste conductas típicamente categorizadas como prosociales (p. ej., ayuda) o de búsqueda de intimidad (p. ej., revelación de uno mismo). Ambos tienen sus raíces en las condiciones biológicas de los seres humanos y sus comportamientos sociales de manera que se mantienen las conductas de control de los hombres hacia las mujeres, reconociendo la índole de poder en lo que se refiere a su capacidad reproductiva, cuidado de los niños y satisfacción de las necesidades sexuales de los varones. Estos conceptos, en la actualidad, precisan una discusión a partir de las posibles modificaciones de las identidades tanto en varones cuanto en mujeres.
Una fuente de sexismo cotidiano es la que suele instalarse mediante la educación, particularmente en las escuelas donde el denominado “currículo oculto” o “currícula invisible” mediante los cuales tanto docentes varones cuanto mujeres pueden, mediante sus comportamientos, actitudes y aplicación de textos, inducir a los alumnos y alumnas a sentirse parte de un “sexo débil” o por el contrario valorizados por ser varones en el orden de los machos, más valientes, más fuertes y más inteligentes que sus compañeras de escuela.
Durante las últimas décadas se instaló una nueva modalidad de sexismo dirigido contra las personas transexuales e intersexuales, que nacen con características sexuales consideradas ambiguas según la evaluación que divide el ordenamiento sexual, de acuerdo con las categorías hombre/mujer. Estas personas han sobrellevado durante centurias persecuciones que podían finalizar con la muerte. Incluyen modalidades propias cuando los varones transexuales son rechazados por organizaciones o acontecimientos que se imponen “solo para varones” y del mismo modo con la resistencia a recibirlos en encuentros “de mujeres” a las mujeres transexuales por considerarlas al margen del género mujer.
La discriminación por sexo adquirió, en distintas épocas, singular trascendencia como oposición y ataque a las personas homosexuales. Ellas fueron –aún lo sobrellevan en diversos prejuicios– asociados con degeneraciones sexuales y con conductas malévolas. La lucha contra el sexismo que promovieron distintas organizaciones de personas homosexuales, constituye un ejemplo de militancia perseverante contra la discriminación.
En la actualidad el sexismo parecería evidenciarse con menor potencia, probablemente por la difusión de los derechos humanos y por los nuevos lugares que ocupan las mujeres en los distintos países, así como su competencia en labores que tradicionalmente se caracterizaban como exclusivamente masculinas.
No obstante el sexismo continúa incluyendo su peligrosidad al infiltrarse en todas las áreas de la vida social, produciendo discriminaciones que socavan los derechos de hombres, mujeres, personas trans y homosexuales.
Bibliografía
AMORÓS, C. (1982). Rasgos patriarcales del discurso filosófico: notas acerca del sexismo en filosofía. En Hacia una crítica de la razón patriarcal, Madrid: Anthropos.
EXPÓSITO, F.; MOYA, M.; GLICK, P. (1996-1998). Sexismo ambivalente: medición y correlatos, Recuperado de http://www.uv.es/~friasnav/LecturaCompl1.pdf
GARCÍA MESEGUER, A. (1994). ¿Es sexista la lengua española?, p. 58. Barcelona: Paidós.
GARCÍA MESEGUER, Álvaro (2002). El español una lengua no sexista, Estudios de lingüística en español, https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3166082.
GIBERTI, E. (2008). “Sexismo”. En Diccionario Latinoamericano de Bioética, p. 292. Tealdi, J. C. (Director), UNESCO, red bioética, Colombia: Univ. Nac. de Colombia.
GLICK, P.; FISKE, S. T. (1996). The ambivalent sexism inventory: differentiating hostile and benevolent sexism, 12, pp. 1323-1334. En Journal of Personality and Social Psychology.
Real Academia Española, Edición del Tricentenario, Recuperado de http://dle.rae.es/?id=Xl6VetE
RUBIN, G. (1986). El tráfico de mujeres: notas sobre la economía política del sexo, México: Nueva Antropología, vol. VIII, Nº 30.
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Recibido: 29/04/2016; Publicado: 03/2017